31 octubre 2010

El dueño del invierno

Estaba hablando por teléfono hace ya varias tardes cuando, desde mi ventana, vi como dos pajarillos protagonizaban una acalorada disputa entre aleteos. Cuando, poco después, eché mano del telescopio, tuve un pequeño episodio de amnesia pasajera. En el jardín, un petirrojo (Erithacus rubecula) parecía asistir a un compañero que yacía en el suelo, aparentemente muerto. Olvidé por completo cuál había sido el génesis de la escena…


Decidí grabar un vídeo para captar con mayor realismo la situación. Fue entonces cuando se puso de manifiesto que no había ningún fallecido mas tampoco compasión. El otro petirrojo, repentinamente resucitado, había estado sometido por su contrincante durante varios minutos, sin que este le dejara margen de movimiento alguno.


Me cuenta mi amigo Miguelón que el petirrojo tiene fama de agresivo con sus congéneres y que, al contrario que fringílidos y páridos, muestra un carácter fuertemente territorial de cara al invierno para no verse falto de alimento. Y esa debió ser la razonable explicación porque, momentos después del tenso rifirrafe, pude ver al flamante ganador bravuconeando en las inmediaciones del campo de batalla mientras que el otro, por el contrario, quedaba relegado a un segundo plano, a bastantes metros del lugar. Lo supe porque una pequeña mota en el pico delataba al vencedor, al dueño del invierno.


Equipo:
Nikon Spotting Scope RA III 82 WP
Ocular Nikon Spotting Scope WP 20-60x Zoom DS
Nikon Coolpix P5100
Adaptador Nikon FSB-6

Imágenes recortadas y retocadas en PhotoShop

26 octubre 2010

Telaraña

Código rojo. Se activan las alarmas... Los efectivos del sistema inmune lidian fervientemente con un grupo de bacterias patógenas. Hace unos instantes se ha iniciado el eterno juego de estrategia en el que hay muchos más ases guardados que en la más turbia timba.

En esta silenciosa batalla, un enzima, la elastasa de los neutrófilos, ha salido de manera misteriosa de su refugio granular. Sin dejar pista alguna, se encuentra ya en el núcleo del glóbulo blanco rompiendo ciertas histonas, descompactando el ADN. Fuera, más allá de la membrana celular, continúa la lucha sin cuartel.

Volvamos al núcleo del neutrófilo… En él se está tejiendo una original estratagema que, si llega a buen puerto, podría acabar con el órdago bacteriano. A la elastasa, se ha unido otro enzima organular, la mieloperoxidasa. No parece tener sentido el intrigante cometido de este par de amigas moleculares. Ambas desenredan ávidamente la cromatina conformada por el ADN y algunas histonas. En breve, el hilo nucleotídico quedará listo para usarse. Ya no hay vuelta atrás.

Ajenas a la astucia neutrofílica, las temibles bacterias continúan mostrando sus cartas pero es demasiado tarde. Una telaraña de cromatina las atrapa, impidiéndolas seguir su lucha. Fin de la partida.



Información e imagen original tomadas de: Eurekalert