30 marzo 2013

El sueño del duque

a Miguel, por intentarlo;
a Dani, por conseguirlo.


No paraba de hablar. Ni que me hubieran dado cuerda. Parecía un infatigable verdecillo (Serinus serinus). Mi cuñado me mandó callar con un par de palabras.

Un búho.

¿Cómo que un búho? Los búhos no existen. Sólo existen en las leyendas, en los cuentos… No me hagas de nuevo aferrarme a la escurridiza idea de que existen. Ni siquiera pongo su nombre pseudocientífico entre paréntesis…

¿Cómo que un búho? Y, al momento, lo oí yo también. Era un búho real (Bubo bubo). No había duda. Los esquemas en los que el duque figuraba como un engendro ornitomitológico se derrumbaron en un instante.

Mi cuñado comenzó a rastrear el cortado con el telescopio.

No ha habido suer…

Ahí está.

Ahí estaba. No era un sueño. El duque se alzaba sobre el Henares, se recortaba en el preludio de la noche de Jueves Santo. Poco pudimos disfrutarlo. Fue la primera toma de contacto…


Caía la tarde del Viernes Santo y una cortina de agua nos separaba, esta vez a cuatro, de la figura del duque. Un puñado de segundos. El diluvio obligó a irnos.

Volveremos cuando escampe.


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2 comentarios:

Miguel dijo...

me alegro de que por fín hayas sacado al buho real del imaginario popular para pasar a incluirlo en tu lista de especies vistas...

por fin me crees! el buho real existe!!!

enhorabuena por el avistamiento

un abrazo!

Marco de Mesa Cáceres dijo...

Por fin, sí. Muchas gracias por haberlo intentado en tantas ocasiones... Y, entiéndeme, todo apuntaba a que era una farsa montada por unos cuantos... ;)

Un abrazo,

Marco